miércoles, 21 de noviembre de 2012

LOS HOMBRES DE JIMÉNEZ

Desde hace ya algunas temporadas parecía imposible que el Real Zaragoza tuviese lo que en el fútbol se conoce como estilo de juego. Estos años atrás, once jugadores paseaban por los campos de España una camiseta blanca con un león rampante en el pecho sin saber absolutamente nada sobre el equipo al que representaban, qué titulos había conquistado durante su historia o ni siquiera sabían situar la ciudad de Zaragoza en el mapa. Evidentemente, este no era un problema del entrenador, bastante tiene el pobre Jiménez con que sus propios jugadores entiendan las indicaciones que el entrenador considera pertinentes, este problema viene de más arriba, de quien desgraciadamente manda en todo esto, aquel sobre el que recaen gran parte de las culpas que atesora este Real Zaragoza en la actualidad.

Manolo Jiménez será recordado en Zaragoza por haber conseguido salvar la pasada temporada a un equipo que estaba al borde de la miseria. Por ese final de temporada mágico donde consiguió sacar puntos que todavía alguno no se explica cómo ni de que manera lo consiguió y por haber evitado algo que cualquier zaragocista, más tarde o más temprano, vio pasar por su cabeza: el descenso de categoría. A sus numerosos méritos, junto con alguna que otra metedura de pata, Manolo Jiménez debe añadir uno nuevo. El técnico del Arahal puede presumir de haber dotado a este equipo de un estilo. En comparación con otros, podrá ser mejor, peor, gustará más, menos, se podra estar en mayor o menor desacuerdo, pero afortunadamente el Real Zaragoza recupera algo que había perdido en los últimos años. Por fín el público de La Romareda sabe a que va a jugar su equipo cada domingo. Podrá salir bien o mal, podrán llegar o no los resultados, pero el equipo aragonés vuelve a tener definido un patrón de juego.

12 jornadas ha necesitado el entrenador zaragocista para escoger once futbolistas que sean los encargados de sacar esto adelante:

 La portería no ofrece lugar a ningún tipo de duda. El guardameta Roberto Jiménez fue uno de los artifices de la salvación la temporada pasada. Realizó paradas providenciales que le hiceron ganarse al soberano público de La Romareda e incluso sacó su nombre a la palestra en el mercado veraniego para reforzar la portería de varios clubes importantes de nuestro país. Ejercer la capitanía, en ausencia de Paredes, se ha convertido en un estímulo para el espigado guardameta.


Tres de los fichajes que ha realizado el equipo aragonés este verano ocupan la zona defensiva, junto con el catalán Abraham. Sapunaru, que llegó con la persiana a medio bajar, se ha ganado desde su debut en Anoeta el cartel de indiscutible en el lateral derecho, haciendo olvidar a aquel lateral mexicano de cuyo nombre no quiero acordarme. 
La pareja de centrales es completamente nueva. Una vez superados los problemas físicos que arrastraba, Loovens se ha colado junto al cántabro Álvaro en el eje de la zaga, en deprimento de Paredes, para alivio de los aficionados zaragocistas.
Abraham Minero ya terminó la pasada campaña en el lateral izquierdo y esta temporada se ha convertido en un fijo para Jiménez. La gran capacidad para sumarse al ataque y su provechosa pierna izquierda son dos de los puntos fuertes del joven futbolista.



El Real Zaragoza quiere la pelota, no se arruga con el balón en los pies y gran parte de culpa la tienen los jugadores del centro del campo. Pocas cosas ha hecho mejor Manolo Jiménez desde que aterrizó en Zaragoza, que retrasar la posición de Apoño. El andaluz posiblemente sea el jugador con más clase de este equipo. En él es donde empieza todo. Por sus botas pasan el 90% de jugadas que crea el equipo aragonés. Su escudero, José María Movilla. Un viejo conocido de la afición aragonesa, que aporta la veteranía y saber estar que se necesita para que un equipo funcione. Movilla nunca arrancará una ovación al público por haber regateado a cinco rivales en la misma jugada, pero siempre está ahí. Su gran estado físico le permite aguantar los 90 minutos de partido a un ritmo que muy pocos son capaces. El pésimo estado de forma en el que se encuentra Romaric ha sido un factor importante en la formación de este binomio perfecto.



Por delante de ellos, una línea de tres jugadores con gran presencia ofensiva. En el centro se encuentra la revelación de la temporada. El joven Víctor Rodríguez se ha ganado a pulso un puesto en el once titular. Su gol en Los Carmenes y todas las asistencias que ha dado en lo que llevamos de temporada, le abalan como uno de los jugadores más en forma en estos momentos. En el costado izquierdo aparece Montañes. Por detrás de Roberto, es el jugador con más minutos sobre el campo (1044). Es una amenaza constante para los rivales por la banda izquierda y en las dos últimas jornadas se ha estrenado en la faceta goleadora (marcó al Deportivo y Barça).


La parte derecha del ataque es la que más quebraderos de cabeza le trae al técnico. Zuculini, Víctor Rodríguez o Edu Oriol han sido los encargados de ocupar el costado derecho del ataque aragonés. Ninguno de ellos se ha ganado plenamente la confianza de Jiménez, aunque el Italo-argentino parece ser el futbolista que más agrada al entrenador.

La punta de ataque genera las mismas dudas que la portería, ninguna. Helder Postiga está viviendo en Zaragoza su mejor época como futbolista. El delantero es el máximo goleador del equipo aragonés con 6 dianas, además del gran momento de forma que atraviesa también con su selección.



Por fín y después de mucho tiempo, los aficionados zaragocistas ya se saben de memoria el once titular de este equipo y lo que es más importante, Manolo Jiménez ya tiene sus once guerreros con los que lograr cuanto antes la tan ansiada permanencia en 1ª División.



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